martes, 29 de diciembre de 2015

Navidad, 2015

El Sol brillaba a medias, o tal vez fuera yo quien estaba solo a medias. Recuerdo más bien poco del paisaje en general, si acaso un vago rumor a soledad que apestaba a indiferencia desde lejos. No sé cuántos pasos dí ni cuantas puertas tuve que cruzar, y apenas puedo afirmar que estuve realmente allí, que era yo, un ser completo con cuerpo y alma, quien cruzaba en aquel momento los pasillos que me llevaban hasta él, que no lo estaba leyendo o soñando durante alguna de mis borracheras.Con el paso del tiempo he acabado por admitir que solo voy a verle bastante drogado, cuando encuentro el interés y la valentía de afrontar sus palabras. Estaba él solo, como siempre, arrinconado en la sala más pequeña y cubierto a medias por una manta roída y triste. Su mirada viajaba por miles de parajes a la vez, pero daba la impresión de que ninguno de ellos le resultaba interesante, como si estuviera dando vueltas a una misma fuente o estuviera perdido en un desierto. Al principio hizo como que no me veía (aunque yo sé que me veía, siempre me ve cuando entro, es como si me oliera), y poco a poco fue dando señas de percatarse de mi presencia, como quien se levanta de un largo sueño y empieza a darse cuenta de en qué habitación ha pasado la noche.
- ¿Cómo está ella? - preguntó, apenas levantando los ojos que, pese a no estar del todo abiertos, hacían amago de fulminarme al instante y pegarme a la pared o al suelo.
- Está muerta. Sabes que está muerta. - afirmé fríamente, soltando una brisa de un antiguo dolor y recuerdos manídos al ambiente.
Repentinamente levantó la cabeza del todo, aunque había como una bruma sombría que le rodeaba los ojos, la cara, las palabras. Frunció ligeramente el entrecejo, ante lo cual asentí, Mensaje captado, sé que jugaba a no saberlo y yo lo había atraído de nuevo a la realidad, a nuestra realidad de cigarras disfrazadas de hormigas.
- No puedes esquivar una realidad así - dije tras unos segundos de espeso silencio, que bien podrían haber sido siglos o milenios, momificados y enterrados bajo una pirámide de inquietud.
- "Realidad", siempre hablando de "realidad". A ti, como al resto de individuos que viven fuera - sí, individuos, para él la palabra "persona" requiere una connotación de relación, de estar a la vez con todos y con uno mismo, y no bastaban las soledades compartidas que se encuentran en la misa de las cinco o en el club de alterne más próximo - les gusta hablar de realidades, imponer sus costumbres miedos y estúpidas recompensas a los "descerebrados" como yo, porque así es como me llaman por allá fuera.
No respondí nada, nunca lo hago. Es inútil, la única vez que traté de negarlo me inyectó metafísica por los oídos, para acabar diciendo que tampoco de eso estaba seguro y que al final lo mejor es no creerse nada. Tal vez por eso está allí, para no creer nada a base de no enterarse de nada, y no como suelo pensar para escapar de una realidad, la realidad de nosotros los de afuera, esta realidad amarga que vendemos tan dulce y que se repite día a día desde el despertador de las 7 de la mañana a las 7 vueltas que preceden al sueño en la noche. Le dejé la comida en el suelo como si fuera un perro, aunque, pensándolo bien, a un perro se le trata con más cariño. Lancé una última mirada castigadora y a la vez solicitante de compasión , y me abalancé rápidamente a las calles de las que había venido, no mejores ni más limpias, y acaso apenas menos solitarias.
Me pregunto, como siempre que recuerdo, como siempre que le visito, por qué demonios le sigo visitando, como la mosca ronda a la basura. Tampoco tengo muy claro si soy la mosca o la basura, aunque mi voz interior insinúa que la segunda, que es la visita quien acude a mí, que me entra por los poros y me arrastra a la misma habitación para repetir las mismas palabras. Insinúa, incluso, que vivo inmerso en un espejo y que lo único que hago es visitarme diariamente a mí mismo, dándome a mi mismo una caricia de aspirina para alguna de las sombras que llevo adentro. Pero me adentro en las calles y borro, nuevamente, mis pensamientos con más droga.